Perdonadme, pero hoy no me salen las palabras. Volaron, como vuela el gorrión al escuchar el disparo. Se fueron, acompañando al inmortal en el que se ha convertido. Y es que hoy se nos rompen los vasos de cristal en las manos, tiembla el pulso del que le hace eterno en unos pocos acordes y se le quiebra la voz a los quinceañeros de los ochenta. A los que conocimos los vestigios de una vida... se nos encoge el alma y se secan las teclas de nuestras fuentes particulares.Por hoy... nos sobran los poetas. Nos falta uno.
Creo en los fantasmas terribles
de las calles mojadas que te han visto crecer.
Dime que es mentira todo,
que no estamos llorando esta vez.
Que no te de miedo la eternidad
aun que sea demasiado tarde para comprender
que has pasado sin tropezar
con la chica de ayer
en un mundo descomunal.
Siento (mucho) nuestra fragilidad.
