
He vuelto
al suelo que me dio
sustento años ha,
de aquí las raíces
que se enredaron en la vida
hoy, enjambres
de luz matinal
regresan al día
por ellas.
Hoy, bandadas
de gritos libres
se cruzan por la calle
con aquellos que debieron
ser sus pájaros
y que yo tomé
como míos,
y arranqué del cuadro
y pinté en otro
que no los recordaba
como lo hago yo.
Hoy, verdean
los campos
con ese sentimiento
con el que las madres
reciben a sus hijos
huérfanos,
con los brazos abiertos
y sin pedir motivos.
Hoy, piedras
grises ceden
al asedio del musgo.
Son pobres
alhajados
una noche
para volver
al lecho
en el día.
Hoy, libélulas
azules
(casi del color
de tus ojos)
sobrevuelan altivas
el lago, rozando
sus diminutas patas
el agua verde, negra,
profundo abismo
donde espera el verdugo
su muerte a la puesta de sol.
Hoy, se repite
el ciclo de todo:
se embellecen las
ramas frutales,
ríen los petirrojos,
huyen los ratones
por la leña
y un siamés
disfruta de su posición
de cazador,
tras ellos.
Hoy, no soy yo
quien sonríe:
es la Madre quien
parece sonreírme a mi.
Otra vez, he vuelto.
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(8)
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No sé qué contarte que no me hayas dicho tú primero.