en el alféizar de tu ventana,
un llanto desparramado por la acera
y las lágrimas tiznando el cristal
de gris ceniciento,
descontrolado
por los caminos
que os llevaron a Roma.
.
.
.
Te llueve.
Me asomo a ti
y creamos los dos el sol
que llega pronto en la mañana,
homicida de los astros
que surcan tu rostro,
deseosos de morir en tus labios.
Brillantes. Mojados.
Con el regusto a olvido
de noche
(mal olvidado).
.
.
.
Nos llovemos
juntos
entre los brazos
el uno al otro.
Incesantes, escondidos
sin cansarnos.
.
.
.
Les llueven
las gotas de cera
desde los aspersores.
Pasajeros
en una pecera
como piedras
en el mar.
Observando
(sin perdonar)
esa, la danza
de peces de colores.
.
.
Y aun tú, yo,
y el agua entre nosotros.
.
.
( 8 )
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Esta vez reposaba tranquila en el alféizar de la ventana contemplando, pequeña, cómo los presentes se volvían locos.
4 comentarios:
Sorprendente. Lo dicho, el verso libre es un mundo de posibilidades. Has conservado además un gran lirismo, y la musicalidad.
Ya te comenté esos ecos de González, pero también hay ecos tuyos y sólo tuyos.
A partir de ahora, sí que te robaremos más de la cuenta...
De hecho yo pienso venir con un saco xD
Es muy bueno, suena fresco, cariñoso, sencillo... es austero y sensible^^ a mí me emociona.
No tengo más que decir... es un poema para escucharlo y callarte^^
Sigue así chica ;)
Es sencilla. Se deja leer, me gusta. Espero que siga así de "heterogénea" tu forma de escribir...
¿Puedo regalarte más poesía? ¿Puedo? ¿Puedo?
[Dios, te odio enana, y debería empezar el nuevo blog un día de estos... bah, creo que lo dejaré para septiembre]
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