Un amanecer difuso, su brisa evocadora. Un sol naciendo sumiso. Había llegado su hora.
viernes, 5 de noviembre de 2010
¿A qué huele la sangre?
¿Sabe a metal la boca del estómago?
Pero todo huele a esponjas húmedas
si muerdes sangre.
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Y estos ojos azules de juventud preñada.
El hierro en las uñas afiladas
con leones y restaurantes abiertos tres siglos.
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(Yo también la echo de menos.
Cómo recitaba las eses
y presumía de marfiles alineados
como constelaciones
en nacionalismos que se hacen trenzas
negras
como los lunares prohibidos.
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Dónde estás.)
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¿Y ahora?
Ésta pone los ojos así
cuando habla de soledad, muerte y locura.
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Insultante otoño
del rojo granada y marrón esparto.
Pero todavía estamos verdes
y nos ahoga el plomo de batallas naturales
perdidas
que nacerán mañana.
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( 8 )
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Por lo demás no ha cambiado nada, pero nada sigue igual.
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3 comentarios:
La sangre huele a muerte. Huele a cosas malas.
Y echar de menos es normal. No puede vencerte el cambio.
Trompetas y un tambor.
LadybesoparaPato.
Y estos ojos azules de juventud preñada.
Eres increíble chica.
Es genial.... el texto es enial... =)
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